Se trata de un hábito involuntario que hace que los pacientes aprieten la mandíbula fuertemente o hagan rechinar los dientes, frotándolos o deslizándolos, sin ningún objetivo funcional.
Lo sufren entre un 20 y un 30 % de la población, y puede ser la causa de desgaste y daños dentales, fractura de restauraciones, dolores de cabeza y patologías a nivel de la articulación temporomandibular.
Las causas de este hábito pueden ser variadas… Está asociado a interferencias en la oclusión, estrés y ansiedad, trastornos del sueño como la apnea…
Es un trastorno que también puede afectar a niños, sin que en estos casos se considere patológico. La mitad de los niños que son bruxistas entre los tres y los diez años, dejan de serlo cuando llegan a la adolescencia.
Dado que es un acto involuntario, muchas personas no lo perciben hasta que está en un estado bastante avanzado, de ahí la importancia de las revisiones periódicas para poder realizar un diagnóstico precoz.
Se trata mediante férulas de descarga que son aparatos removibles, de resina dura, de unos 2 a 3 mm de grosor aproximadamente, y con la cara oclusal plana que se utilizan durante la noche. Las férulas protegen los dientes y la articulación, y relajan la musculatura masticatoria, aliviando así los dolores de cabeza, cuello, ATM … En casos muy extremos necesitaremos recetarle al paciente medicación sistémica para conseguir la relajación de su musculatura.